La negociación colectiva y los conflictos y medidas de acción directa se potenciarán dentro del clima electoral y en un contexto de crecimiento y de inflación levemente superior a la del 2010 inmersos en este contexto de pujas sectoriales, en donde se ahonden viejos rencores y contradicciones ideológicas, políticas, y hasta odios ancestrales. Por ende, los aumentos oscilarán en un mínimo del 30% y podrían llegar al 40% repartido en el año.

Otro estigma que habrá que eliminar es de las prestaciones no remunerativas, después de los fallos "BlockBusters", "Disco" y "Polimat". La Corte Suprema no ha dejado margen para que se sigan pactando prestaciones que no tengan efectos laborales ni previsionales. Por ende, los aumentos serán salariales con todos los costos adicionales que ello implica. Los proyectos laborales estarán en la cúspide del debate. Tenemos quienes piensan que diferir es neutralizar. En otras palabras, si se logra postergar el debate se tienen una chance de que el proyecto se frustre. Otros vaticinan que de una forma u otra, los proyectos laborales serán inexorablemente aprobados.

Nos espera un año 2011 inmersos en uno de los más duros y agresivos enfrentamientos políticos y sociales de los últimas décadas. Se apelará a todo, incluyendo las soluciones de corto plazo a pesar de que las mismas hipotequen el mediano plazo.

Es muy poco probable que en ese contexto triunfe la transparencia, los grandes objetivos nacionales, y en todo caso, un nuevo proyecto que purgue los vicios y las carencias de hoy, e instale a toda la sociedad en un nuevo eje, en procura de recuperar la calidad de las instituciones, la vigencia de las leyes con todo su alcance, y el regreso a las fuentes que brindan información confiable.

Es de esperar una actitud responsable de los líderes de la oposición, si es que han resuelto dar una opción seria a la sociedad y que cuente con un cierto grado de confiabilidad después de tantas contradicciones.